Una reflexión por el Día de las madres inspirada en una entrevista con Vivian Huelgo, Directora Ejecutiva de Esperanza United
Una reflexión por el Día de las madres inspirada en una entrevista con Vivian Huelgo, Directora Ejecutiva de Esperanza United
Por Silvana ___
Este Día de las madres, he estado reflexionando profundamente sobre las madres que han moldeado mi manera de entender la fuerza, no solo en mi vida personal, sino también en las historias que he tenido el privilegio de escuchar y compartir en mi trabajo.
Hace poco tuve la oportunidad de entrevistar a Vivian Huelgo, directora ejecutiva de Esperanza United. Lo que comenzó como una conversación profesional rápidamente se convirtió en algo mucho más íntimo. Cuando Vivian habla sobre su trayectoria – especialmente los años que pasó trabajando directamente con madres sobrevivientes – algo dentro de mí se conmovió. Reconocí en sus palabras una verdad que he visto reflejada en tantas mujeres a mi alrededor: que la maternidad, especialmente cuando se cruza con la experiencia de la violencia, no solo es difícil – es profundamente valiente.
Vivian compartió que su camino en la labor contra la violencia comenzó cuando aún era estudiante de derecho, haciendo una pasantía con LatinoJustice. En ese momento, estaban preparando una delegación de mujeres latinas para asistir a la Conferencia mundial sobre la mujer en Beijing. Uno de los temas prioritarios era la violencia doméstica. Para ella, fue la primera vez que comenzó a conectar lo que había visto en su infancia – dinámicas de poder, desigualdades, silencios que dolían – con los sistemas más grandes que permitían que eso sucediera.
Escucharla hablar de ese despertar me hizo hacer una pausa. Muchas de nosotras pasamos por momentos similares en la vida – vemos que algo no está bien, pero no tenemos todavía el lenguaje o la conciencia para nombrarlo. La historia de Vivian me recordó cuán transformador puede ser ese momento en el que entendemos que lo que vivimos no es aislado, y cómo ese entendimiento puede cambiar el rumbo de toda una vida.
Pero lo que más me conmovió fue cómo describió su tiempo en Sanctuary for Families, donde representaba principalmente a mujeres inmigrantes latinas que solo hablaban español en la ciudad de Nueva York. Muchas eran madres. Vivian las ayudaba en la corte familiar, buscaba órdenes de protección y las apoyaba en procesos largos de custodia.
Pero su trabajo no terminaba ahí. No podía. Estas mujeres también enfrentaban barreras migratorias, problemas de vivienda, dificultades económicas y preocupaciones por la educación de sus hij@s. Vivian me contó que traducía cartas de las escuelas, hacía llamadas por ellas, y caminaba a su lado en cada paso.
Me dijo algo que se me quedó grabado: “Algun@s abogad@s dirían que no había límites profesionales. Pero para mí, era un trabajo culturalmente específico. No puedes separar los papeles legales del resto de sus vidas. Todo está conectado para una madre.”
Y agregó: “Ellas también me preguntaban por mi familia, por mis padres, por cómo estaba yo. No era una relación transaccional. Era una relación humana.”
Esa forma de cuidado mutuo, ese reconocimiento del ser humano completo, es algo que he estado intentando practicar más conscientemente en mi propia labor. Como comunicadora, muchas veces me enfoco en las palabras que usamos, en cómo contamos una historia. Pero Vivian me recordó que lo más profundo de nuestro trabajo está en cómo nos presentamos, cómo escuchamos, y cómo nos negamos a fragmentar la vida de las personas.
Ahora que ella también es madre, dice que su perspectiva ha cambiado completamente. “En ese entonces, pensaba que entendía lo que mis clientas estaban viviendo. Pero ahora, siendo mamá, me doy cuenta de que seguramente estaban cargando con mucho más de lo que me decían.”
Y la entiendo perfectamente. Quienes criamos mientras trabajamos, mientras cuidamos, mientras sanamos… sabemos lo que son esas listas mentales eternas. Los pendientes que nunca terminan. Y si además eres una sobreviviente, lidiando con sistemas injustos y burocracias frías, todo se multiplica.
Vivian también compartió su frustración al ver cuán poco han cambiado las cosas. Las madres siguen siendo juzgadas duramente por los sistemas legales. Se espera que lleguen puntuales, con niñ@s impecables, con todo en orden. Cualquier “falla” puede costarles el derecho a criar. Mientras tanto, muchos padres son elogiados simplemente por “estar presentes”. La desigualdad es real, y sigue viva.
Por eso me inspiró tanto escucharla hablar sobre cómo Esperanza United trabaja para crear un ambiente de apoyo, comprensión y flexibilidad para las madres del equipo. “No es solo cuidar a niñ@s pequeñ@s,” dijo, “también es cuidar a familiares mayores, abuelos, padres. Y merecemos el mismo nivel de gracia y apoyo en todo ese proceso.”
Al final de nuestra conversación, le pregunté si tenía un mensaje para las madres latinas que han vivido violencia, pero que siguen adelante cada día. Su respuesta fue clara y poderosa:
“Su resiliencia es inspiradora. Nuestr@s defensoras lo dicen todo el tiempo. Nos sentimos honrad@s de caminar a su lado en su camino hacia la seguridad y el bienestar. No estamos aquí para ‘salvarlas’. Estamos aquí para acompañarlas.”
Este Día de las madres, quiero rendir homenaje a todas esas mujeres. Las que siguen criando, sanando, resistiendo y soñando con un futuro más seguro para sus familias. Las que han experimentado violencia pero no han permitido que eso defina sus vidas. Las que siguen levantándose, cada día, con fuerza, dignidad y amor.
A las madres sobrevivientes: las vemos. Estamos aprendiendo de ustedes. Y hoy, como todos los días, las honramos.