Por Silvana Domke
No fue un sábado cualquiera en Hamline University. Aunque la mañana amaneció fresca en St. Paul, bastaron unos minutos para que el calor humano, las risas y la energía de l@s jóvenes llenaran cada rincón del campus. Desde que el equipo de Esperanza United llegamos al Anderson Center, se sentía algo especial: una mezcla de nervios, emoción y ganas de conectar.
La conferencia “Nuestra voz, nuestro poder: Juntos por el cambio” fue un verdadero regalo. Desde el primer momento, se respiraba comunidad. Ver a l@s jóvenes líderes con sus camisetas negras del grupo Amig@s, list@s para acompañar a sus compañer@s en un día tan significativo, fue una muestra clara de que el liderazgo no se trata solo de hablar fuerte, sino de estar al servicio de l@s demás.
Los talleres fueron tan diversos como necesarios: hablamos de relaciones sanas, de neurodiversidad, de las presiones que vivimos en redes sociales, del impacto real de las drogas, de autoestima, de amistad. Cada espacio fue una invitación a pensar, compartir y atreverse a ser auténtic@s. Uno de mis momentos favoritos fue ver a un grupo armando sus propias “EmpowerBands”, pulseras con mensajes de poder personal. Esa combinación entre creatividad y propósito me pareció hermosa.
Entre taller y taller, también hubo espacio para disfrutar la feria del memorial de camisetas, recorrer el campus en un tour divertido y conocer a otr@s jóvenes con sueños, preguntas y muchas ganas de cambiar el mundo. El ambiente era tan relajado y alegre, que más de una vez se me olvidó donde estábamos: se sentía como estar en casa, con gente que te entiende.
Al final del día, volvimos a reunirnos para cerrar el evento con palabras de agradecimiento y algunos premios. Nadie quería irse. Nos mirábamos con sonrisas cómplices, sabiendo que habíamos vivido algo importante. No fue solo una conferencia, fue un recordatorio de que l@s jóvenes tienen mucho que decir, que su voz importa, y que cuando se les escucha, el cambio ya está empezando.