Rompiendo suposiciones, construyendo lazos 

Cuando un padre de habla hispana tomó el teléfono para llamar a Esperanza United, lo hizo con un nudo en la garganta. No estaba seguro de que alguien lo fuera a tomar en serio. En su mente resonaba una creencia que había escuchado demasiadas veces: “los hombres no son víctimas, los hombres aguantan, los hombres no lloran.” 

Pero él sí lloraba. Sí sufría. Y, lo más importante, sabía que no podía seguir callando. 

La violencia que había soportado en su relación lo había dejado con cicatrices invisibles – esas que no se notan en la piel, pero que pesan en el alma. Sin embargo, había algo más fuerte que el miedo: sus hijos. 

Quería estar ahí para ell@s, no como un recuerdo distante, sino como un padre presente, capaz de enseñarles que romper el silencio también es un acto de amor. 

Esa llamada lo cambió todo. Del otro lado de la línea encontró a una defensora bilingüe de Esperanza United que no solo hablaba su idioma, sino que entendía su cultura, sus dudas y sus miedos. Con paciencia y empatía, le ofreció algo que el sistema nunca le había dado: escucha y validación. 

Él comenzó a hacer preguntas que llevaba años guardadas: 

  • ¿Puedo pedir la custodia? 
  • ¿Me van a creer? 
  • ¿Acaso tengo derecho a querer algo mejor para mis hijos? 

Y en cada paso, la respuesta fue la misma: . 

El proceso legal era abrumador. Formularios interminables, audiencias que parecían hechas para confundir, un sistema que rara vez contemplaba la posibilidad de que un padre pudiera ser sobreviviente. 

Había días en los que quería rendirse. Pero volvía a pensar en sus hijos. En sus risas, en las pequeñas manos que buscaban las suyas. Y entonces seguía adelante. 

Con el apoyo de nuestra defensora, aprendió a leer entre líneas los documentos legales, a prepararse para las audiencias y, sobre todo, a levantar la voz en espacios que antes lo silenciaban. 

Hoy, este padre está solicitando la custodia compartida. No porque quiera tener control, sino porque quiere estar presente. Porque entiende que ser padre no es solo proveer, sino acompañar. Porque sabe que la sanación es posible – para él, para sus hij@s, para su familia. 

Su historia rompe con los paradigmas de género que dicen que los hombres no sufren, que los padres no piden ayuda. Y también nos recuerda algo esencial: la violencia no discrimina, pero tampoco lo hace la esperanza. 

En Esperanza United creemos que cada sobreviviente merece ser escuchado, sin importar quién sea o de dónde venga. Nuestra labor es acompañar en ese camino, abrir puertas donde antes solo había muros y demostrar que la cultura no es una barrera – es un puente hacia la justicia y la sanación. 

Este padre encontró en ese puente la fuerza para reescribir su historia y la de sus hijos. Y cada paso que dio nos recuerda por qué existimos: para estar ahí, en el momento en que alguien decide que ya no puede más y busca ayuda. 

Porque nadie debería cargar en silencio. Porque la valentía no tiene género. Y porque, cuando la comunidad se une, la sanación deja de ser un sueño y se convierte en realidad.