Decimos NO MÁS

Cómo lidiamos con conflictos

Las relaciones violentas en la adolescencia pueden tener ramificaciones serias pues ponen a las víctimas bajo riesgo mayor de caer en el abuso de substancias adictivas, de tener trastornos alimentarios, comportamientos sexuales riesgosos y de seguir cayendo en situaciones de violencia doméstica. Si enseñas a tus hijos/as a controlarse cuando se encuentran ante una situación de conflicto les va a dar herramientas que les van a ayudar a construir relaciones saludables.

Enséñales a ser firmes, no agresivos/as

Enseña a tus hijos/as a dar a conocer cómo se sienten, mediante la expresión clara de sus opiniones, deseos y reacciones. Enséñales lenguaje que les ayude a negociar situaciones difíciles. Por ejemplo: “Yo no me siento cómodo/a con esto, ¿podemos conversarlo?”

Enséñales a controlar el enojo

Ayuda a tus hijo/a a que sepa reconocer cuáles son personalmente las señales de que está enojado/a. ¿Se le tensan los brazos y los hombros? ¿Siente que el corazón le comienza a latir más fuerte? ¿Aprieta los puños? Debe ser capaz de reconocer estas señales y sentimientos y encontrar la manera de resolverlos. Dale información que le ayude a reconocer y nombrar sus sentimientos.  Enséñale otras técnicas que le sirvan para calmarse, por ejemplo, que respire profundo, que cuente de atrás hacia adelante comenzando por el número 10, que recuerde que  tiene el poder de controlar lo que va o no a decir o hacer; y si ninguna de esas cosas funciona, que se aleje. Enséñale  que cualquier incidente de violencia en una relación es un problema serio.

       Una madre compartió la siguiente historia

Mi hijo de 5 años está aprendiendo en preescolar a controlar el enojo. Le enseñaron que cuando se sienta enojado o frustrado puede “respirar con su barriguita” (respirar profundamente con las manos colocadas sobre su barriguita). Desde que aprendió esta técnica tan positiva, hemos tratado de que también la ponga en práctica en el hogar para que siga usándola en su vida diaria, pues lo ayuda a calmarse y pensar con más claridad sobre lo que ha sucedido y cómo resolverlo.

Pero, recientemente, cuando me ve frustrada o enojada, me dice que tal vez debo “respirar con mi barriguita”. Honestamente, al principio mi reacción fue sentirme avergonzada de que se diera cuenta de que estaba molesta, y me enojaba porque sentía que me estaba diciendo cómo comportarme. Y lo cierto es que casi siempre él tiene la razón, así que he comenzado a reaccionar ante su cariñosa sugerencia de un modo menos defensivo. Ahora sonrío y respiro varias veces “con mi barriguita”, y me ayuda a calmarme y pensar más claramente sobre lo que está sucediendo y cómo puedo resolverlo.

Enséñales a solucionar problemas

Ayúdales a que aprendan a resolver problemas:

  • Examinar lo que pasó y cuáles pueden ser las causas del problema
  • Pensar sobre diferentes maneras que el problema podría ser resuelto
  • Considerar las consecuencias que puede traer cada una de las alternativas
  • Discutir las distintas opciones que podrían tomar

Cuando tus hijos/as son pequeños, habla en voz alta cuando resuelvas problemas diariamente para que puedan aprender cómo lo haces. Por ejemplo, mientras estás empacando tu almuerzo para llevártelo al trabajo, puedes decir: “Dos tamales y un poco de café es suficiente para almorzar. Pero luego en la tarde me vuelve a entrar hambre. Podría llevarme un almuerzo más grande, pero creo que entonces me llenaría demasiado. Creo que lo que voy a hacer es llevarme también un plátano para merendar más tarde”.  Desde que son pequeños/as, permíteles tomar decisiones apropiadas para su edad (“¿Con qué juguete quieres jugar?”. “¿Quieres jugar con tus bloques o quieres leer un libro?”) Esto le permite a tus hijos/as comenzar a poner en práctica técnicas para resolver problemas. Así, a medida que maduran podrán poco a poco tomar decisiones cada vez más complejas. (“Puedes decidir lo que quieres hacer con los cinco dólares que te dio tu tía para tu cumpleaños”,  etc.); lo único que tienes que asegurarte es que les digas claramente los límites que deben respetar (“No puedes comprar petardos”) y ayudarles con cada paso del proceso que van a seguir para elegir lo que quieren comprar.

Mientras tus hijos/as crecen, ayúdales a poner en práctica las técnicas arriba mencionadas para resolver desacuerdos entre hermanos/as y amigos/as. Tú y tus hijos/as también pueden conversar sobre problemas que vean tienen los personajes de cuentos y películas, y posibles resultados distintos que habrían podido suceder si los personajes hubieran tomado otra decisión.

No subestimes la capacidad de tu adolescente de pensar críticamente. Los/as adolescentes tienen principios y son capaces de tomar decisiones maduras y responsables, especialmente cuando cuentan con todos los elementos importantes que necesitan y si pueden conversar sus opciones con los adultos que les apoyan.  Y recuerda que las decisiones que tomen los/as adolescentes pueden ser diferentes que las que tomarías tú, lo que es también verdad con cualquier persona en sus vidas.

Enséñales a negociar

Enséñales a reconocer situaciones difíciles y a expresar con sinceridad su punto de vista para crear opciones que beneficien a todas las personas involucradas.  Es importante que aprendan a compartir ideas para encontrar opciones (pensar diferentes maneras de resolver el problema). Asegúrate de proveer a tu hijo/a el tiempo y las oportunidades para que pueda practicar. Una vez hayan aprendido, muchos/as niños/as van a inventar y crear opciones por sí mismos/as, pero van a necesitar recordatorios frecuentes y que les ayudes hasta que hayan completado el proceso (incluso los/as adultas con frecuencias olvidan buscar opciones que hagan felices a ambas partes o no recuerdan cuando existe un conflicto enfocarse en lo que tienen en común, como decir “te quiero”, para motivar la negociación).

Ahora que has tenido conversaciones con tu hijo/a sobre las relaciones saludables, toma acción.